El pasado viernes 14 de julio, salieron a la luz los resultados de una investigación que por ahora sólo podemos entender pero sin poder medir realmente la revolución dentro de la química. Desde que tenemos una clase de química por primera vez estudiamos que existieron una gran cantidad de científicos que dedicaron vidas enteras al entendimiento de la naturaleza, a la búsqueda de los por qué suceden las cosas, como suceden y a la creación de cosas nuevas que nos permitan desafiar la naturaleza.
Varios de estos descubrimientos sucedieron porque estas personas se encontraban en la búsqueda de algo en particular y, accidentalmente, encontraron algo inesperado como fue, en 1928, el descubrimiento de la Penicilina por Alexander Fleming cuando intentaba realizar el desarrollo en una placa de Petri de unas bacterias cuando las mismas fueron “contaminadas” por un moho que en realidad ¡se las estaban comiendo! y gracias a esto hoy en día tenemos este medicamento tan comúnmente empleado y normalizado para la mayoría de las personas, que en ningún momento, nos pusimos a pensar cómo pudo haber revolucionado la época este descubrimiento. Y lo mismo sucede con la pasteurización, que en 1864, gracias a que Louis Pasteur lo descubre hoy podemos beber una cantidad de alimentos, como la leche, libre de los microorganismos que pueden hacernos daños al organismo.
En esta oportunidad, Florian Albrecht, Shadi Fatayer, Iago Pozo, Ivano Tavernelli, Jascha Repp, Diego Peña y Leo Gross, pudieron revolucionar nuestra época, creando diferentes estructuras con 18 átomos de carbono y ocho de hidrógeno, formando anillos y otras florituras, de manera reversible. “Si le preguntaras a un químico si es posible sintetizar algunas de estas moléculas, te diría que es imposible, porque reaccionaría con el ambiente y durarían milisegundos”, opina Peña.
Según como lo describen en distintas notas, empleando un microscopio de efecto túnel de una manera extremadamente precisa y sobre moléculas individuales, como si dispusieramos de pinzas nanométricas del tamaño de las moléculas realizaron la creación de estos nuevos compuestos. Esto nos lleva a pensar ¿tenemos alguna noción de hasta dónde puede llegar a cambiar nuestras vidas? ¿Cuántos compuestos nuevos se pueden generar? ¿Cuántas utilidades podrían tener? ¿Cuántas vidas puede salvar este descubrimiento? Desde nuestro lado nos emociona tanto el descubrimiento como el vivir un hito tan importante de la química que también nos lleva a pensar ¿vamos a tener que modificar los libros de química? ¡Vamos a tener que modificar los libros de química! La química, tal como la conocíamos, ya no es la misma, por lo que implica un enorme avance. Y, del lado de estos científicos, no se animan a aventurarse con las cosas que se pueden crear a partir de esto cree que la formación selectiva y reversible de enlaces puede favorecer la creación de nuevos motores moleculares con funciones y tareas más complejas. Se trata de nanomáquinas que pueden llevar a cabo una determinada tarea en respuesta a un estímulo externo. Podrían ser útiles como catalizadores químicos o para transportar medicinas en la sangre de un paciente.
¿Cómo fue el procedimiento y qué pudieron hacer? Cita textual del Estudio:
Se obtuvo 5,6,11,12-tetraclorotetraceno (1) en dos pasos (Esquemas S1 y S2) a partir de
disponible comercialmente 6,11-dihidroxi-5,12-tetracenediona (6) después de un informe previamente procedimiento. A una mezcla de PCl5 (50 mg) y el compuesto 6 (Esquema S1, 200 mg) en un matraz de fondo redondo secado a la llama, se añadió lentamente POCl3 (2,6 ml) utilizando un embudo de goteo. La mezcla roja fue se calentó a reflujo (aproximadamente 110 °C) durante 5 h hasta que el color rojo se hubo disipado. La mezcla de reacción se enfrió a temperatura ambiente y se filtró a través de un filtro de vidrio fritado. El precipitado fue lavado secuencialmente con ácido acético glacial y hexanos. El residuo se recogió y se secó al vacío para dar 7 como un polvo blanco (240 mg, 80%). RMN 1H (300 MHz, CDCl3): δ 8,69(dd, J = 3,3, 6,6 Hz, 2H), 8,14 (dd, J = 3,3, 6,3 Hz, 2H), 7,80 (dd, J = 3,3, 6,6 Hz, 2H), 7,55 (dd, J = 3,3, 6,3 Hz, 2H) ppm.
Una solución de 7 (200 g, Esquema S2) y NaI (295 mg) en DMF (2,7 ml) se calentó a reflujo bajo Ar atmósfera durante 30 min, se enfría a 80 °C y se filtra en caliente a través de un filtro de vidrio fritado. los el precipitado se lavó secuencialmente con etanol, agua y acetona. El residuo se secó al vacío para dar 1 como un sólido rojo (130 mg, 79%). RMN 1H (300 MHz, CDCl3): δ 8,60 (dd, J = 3,3, 6,9 Hz, 4H), 7,62 (dd, J = 3,3, 6,9 Hz, 4H) ppm. Los datos espectroscópicos coincidieron con los reportado en la literatura.
A partir de ahora, la investigación los lleva a tener que pensar en cómo crear las máquinas que les van a permitir continuar con este desarrollo. Plantean que el primer avance ya se hizo con el hecho de tener el control para poder realizar la creación de estas moléculas.
De la química nos vamos a la astronomía a hablar de uno de los mayores placeres visuales que nos ha generado la NASA compartiendo las primeras imágenes del Telescopio James Webb, en conjunto con la Agencia Espacial Europea y Canadiense.
Han logrado lo que se viene intentando hacer por décadas, que es tomar imágenes profundas del universo para poder seguir explorando lo desconocido. Claramente, este logro, no es gracias a una entidad en particular sino gracias a la colaboración entre varias entidades para poder llegar más allá y, al avance de la ingeniería dentro de esta rama que permite el lanzamiento del Telescopio el 25 de diciembre de 2021, dándonos la posibilidad de poder observar por primera vez las profundidades del universo.
Ahora bien, acá lo interesante no son solo las fotografías, sino todo el trasfondo de información que existe detrás de esto. Pensemos en si tomamos una foto con una cámara de fotos, captura un momento: este. Ahora, imaginemos que la cámara de fotos hiciese fotos lejos ¿Qué tan lejos? Aproximadamente 4600 millones de años luz. ¿Cuánto es eso? ¡Es un 4 seguido de 22 ceros km!
Cuando la foto captura luz lejana, esa luz tiene que haber viajado de vuelta hasta nosotros. Y sabemos que la luz no se propaga instantáneamente: viaja, a la velocidad de la luz, ¡quién lo diría!. Velocidad que es equivalente a trescientos mil metros por segundo. Esto tiene una consecuencia muy interesante, y es que, de objetos distantes, no vemos su estado actual, sino el estado cuando la luz salió de ellos. Por ejemplo, miremos al Sol. Lo que estamos viendo no es el Sol ahora, es el Sol hace ocho minutos veinte segundos, aproximadamente. O sea, si un día se apagara el Sol, nos quedarían unos ocho minutos para despedirnos de la familia y tomar un café. Claro pero no nos habríamos enterado, porque la luz no nos habría llegado aún.
Bien, entonces las galaxias que vemos en las fotos en cuestión están a 4600 millones de años luz. Por lo tanto, no las estamos viendo ahora: las estamos viendo como eran hace 4600 millones de años. Claro, llega un momento que, si pudiésemos mirar lo suficientemente lejos, deberíamos ver el origen del universo, ¿no? Recordemos, un telescopio es como una máquina del tiempo y recordemos la teoría dominante en ciencias, el famoso Big Bang. El Big Bang se calcula que sucedió hace 13800 millones de años. Pues estas fotos que parecen brillitos de muchos colores, básicamente ¡nos permiten ver casi un tercio de la historia del universo! Lo cual tiene un valor científico ENORME.
Podemos asegurar que se acercan meses y años de progreso científico asombroso y de entender mejor el universo.
Todo esto nos muestra el sin fin de oportunidades que tenemos para seguir investigando, capacitándonos y formándonos, no sólo por el hecho de que el día de mañana seremos parte de la masa crítica de profesionales que viva en este país, sino porque tenemos la posibilidad de participar de proyectos tan espectaculares como estos los cuáles nos permitan ir más allá en la creación de materiales u observar lugares remotos en el universo, sino porque somos parte de un mundo donde podemos generar cambios. Pongámonos a pensar ¿Qué es lo que verdaderamente nos gustaría hacer?¿para qué estudiamos ingeniería?¿cuánto podemos ayudar a la sociedad a partir de lo que sabemos hacer?
Muchas son las interrogantes que podemos tener pero lo más importante es darnos cuenta de que tenemos, no sólo un mundo de posibilidades para hacer, sino una gran responsabilidad por lo que decidamos hacer.
Fuentes: