El avance de la tecnología, y más en el área de las comunicaciones, ha permitido la democratización de la información disminuyendo las distancias y el tiempo. Acceder a cualquier tipo de contenido solo está a una conexión de internet y un click de distancia. Pero como la mayoría de las cosas en el mundo real, no están exentas de intereses individuales, de errores y de los sesgos en nuestros razonamientos.
Podemos mencionar dos tipos de noticias falsas. La primera es en la que hay una manipulación de la información por parte de los grupos de poder y la segunda en la que no no hay nadie manipulando la información que se nos entrega .
Como por ejemplo:
-Miles de páginas generando noticias falsa en busca de clicks solo con el interés de generar ingresos, “sin datos” , generandolos y/o lo que se aporta es erróneo, no correlacionados, “sin fuentes” o de origen desconocido según la elaboración de esta noticia falsa. Periódicos que en el afán de tener la primicia y ubicarse en cierta posición de privilegio en los medios de comunicación recurren a este tipo de dispositivos.
El segundo tipo de noticias falsas se generar por hecho de que como seres humanos, visto desde el punto de la neurociencia cuando “pensamos de manera racional” no lo podemos hacer sin emociones. Entonces entran en juego nuestras emociones, creencias y situaciones particulares que distorsionan la verdad, incluso no tenemos en cuenta lo que ya sabemos (datos estadísticos de fuentes confiables de órganos e instituciones del estado). De las situaciones particulares al vivir en sociedad, nuestra tendencia a formar grupos y cuidarlos de peligros, el miedo nos lleva a simplemente a compartir lo más rápido posible, de manera parcial, incompleta y hasta a veces de situaciones pasadas.
Hacemos énfasis en los mensajes que compartimos a través de las redes sociales, más en esta situación de pandemia, para hacernos conscientes de que no necesariamente estas noticias falsas deban tener el formato que conocemos, sino que se pueden presentar en formatos mas simple, y lo hacen, como mensajes de texto, audios, fotos y videos en cadenas que compartimos por whatsapp y otras redes. Lo que generan es desorganización y desperdicio en la distribución de recursos, desconfianza en los canales y las fuentes más confiables de información. Poniéndonos en riesgo y generando un malestar social innecesario que produce más desinformación retroalimentando este circulo de desorganización-desinformación.
Pero por suerte la estructura de estas noticias falsa es la misma y ante la información que se nos presenta, como un mensaje, debemos ser consciente que en estos medios no están exentos de este tipo de noticias, de las erróneas e incompletas y que exige de nosotros un rol más activo cuestionándonos y poniendo a prueba esta información. ¿Como? Buscá la fuente de la noticia. ¡¿Tiene alguna fuente esta noticia?¿Es confiable esta fuente?!. Entre más fuentes de información tenga, más confiable es. Buscá los canales oficiales.
¡Lo compartí al mensaje sin hacer lo anterior o se que un mensaje que circula es falso y no cumple con los requisitos de confianza.¿Ahora que hago?! Si bien debería ser una política de educación transversal de cultura crítica desde la primaria, donde los docentes deben formar en estas aptitudes, que se creen espacios de corroboración de información, de alfabetización mediática para poder legislar sobre estos temas. Hay que comprender que es un problema nuevo que trae la tecnología y de la forma en que la utilizamos, y “entendender que es un problema que nos involucra a todxs y su solución es comunitaria”, y para completar nuestro rol activo, que debemos tomar, es de ser prescriptores y desmentir cualquier noticia falsa de la que tenemos conocimiento y no tener ningún tipo de resentimientos cuando nos desmientan si la compartimos. Hay que recordar que está en juego nuestra salud y nuestras vidas.