A principios del siglo XX, en Nueva York, 146 mujeres mueren calcinadas haciendo huelga en una fábrica textil reclamando derechos laborales. Hoy, a poco más de 100 años, seguimos buscando que se reconozcan nuestros derechos, seguimos sin poder lograr igualdad de género por la que tanto trabajamos y, como nos siguen discriminando e invisibilizando en los trabajos, universidades, escuelas y hogares, este 8 de marzo paramos en el mundo… Nos paramos.
Paramos porque tenemos que afrontar doble jornada laboral, una como cualquier jornada laboral remunerativa, y otra, como jefas del hogar, estando al cuidado de niñxs, ancianxs y personas discapacitadas. Trabajo doméstico, el cual no es remunerado, es invisible y constituye el pilar de la desigualdad de género que la cultura machista en la cual vivimos nos inculca que lo tenemos que hacer “por naturaleza” sin pedir nada a cambio.
Paramos para que de una vez se elimine la brecha salarial entre hombres y mujeres, hoy en la Argentina las mujeres cobramos un 27,2% menos al realizar el mismo trabajo. No queremos seguir bajo el “techo de cristal” en los trabajos remunerados, esa barrera que nos impide llegar a puestos importantes, porque avanzar en nuestra carrera laboral implicaría dejar vacantes las tareas domésticas que la sociedad patriarcal nos impuso.
No podemos seguir aguantando los puestos de trabajo precarizados, hoy un tercio de las mujeres en Argentina están en dichos puestos con salarios muy bajos, en negro y en muchos casos en condiciones insalubres, y que para muchas es la única posibilidad de poder garantizar además todas las obligaciones hogareñas, por más bajo que sea el ingreso.
Pero hoy, nosotras paramos como estudiantes mujeres de la UTN, porque queremos transformar la realidad del lugar donde nos toca estar. No queremos escuchar más ese argumento sin sentido de que no tenemos la capacidad para estudiar ingeniería por el simple hecho de ser mujeres; no queremos más acoso en las aulas, porque el hecho de que sea una facultad que esté poblada en su mayoría por hombres, no significa que nos tenemos que bancar estas denigrantes situaciones; queremos tener la elección de ir vestidas cómodamente y no sentir la mirada de desaprobación cuando caminemos por los pasillos o estemos en el aula; queremos que los profesores dejen de tener un trato diferente con nosotras o cuestionen nuestras capacidades a la hora de aprender alguna materia. Por todo esto y mucho más, PARAMOS.
Tampoco celebramos el día, porque es un momento para poner de manifiesto que si nosotras paramos, se para el mundo, y porque estamos mostrando que así, en la forma en que estamos produciendo, estamos yendo en contra de lo que necesitamos y queremos.
El paro es un espacio de expresión para todas estas trabajadoras pagas, no pagas y estudiantes. Es la expresión social de demandas pero también es el medio para transformar la idea que tenemos del trabajo y de la forma de realizarlo.
Ante una desigualdad económica creciente, proponemos la construcción de un futuro igualitario y de solidaridad. Esta propuesta, si la consideramos seriamente, es muy ambiciosa, porque conseguir la igualdad implica no sólo una profunda transformación social, sino un giro completo del mundo en el que vivimos. El paro es un momento de construcción colectiva y es la forma en la que luchamos por nuestros salarios, condiciones de trabajo, derechos e igualdad, y además un espacio para ir un poco más allá y no sólo atrevernos a pensar qué mundo queremos construir, sino también para empezar a vivirlo.
Mujeres de la Agrupación Manuel Savio
MNR Tecnológico